Introducción
Hay
un deseo ardiente en el corazón de muchos hijos de Dios, el cual es verlo a Él.
Esto fue lo que en un momento anheló David, y Dios le dio la revelación de cómo
alcanzarlo:
Sal 17:15 En cuanto a mí,
veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
David comprendió que para verlo, es necesario hacernos
semejantes a Él, es lo que nos enseña el Apóstol Juan en su primera epístola:
1Jn 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se
ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se
manifieste, seremos semejantes
a Él porqué le veremos como El es.
1Jn 3:3 Y todo el que
tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro.
Aquel que participará en el arrebatamiento, será porque
dejó de parecerse a sí mismo y llegó a parecerse al Señor. Ese es como el pase
para poder verlo cara a cara en la venida en secreto. El que no se asemeje a El
de todas formas le verá pero en la venida en público para condenación.
Veamos cómo lograr llegar a ser semejantes a Él:
Eze 1:28 Como el aspecto del arco iris
que aparece en las nubes en un día lluvioso, así era el aspecto del resplandor
en derredor. Tal era el aspecto de la
semejanza de la gloria del SEÑOR. Cuando lo vi, caí rostro en tierra y
oí una voz que hablaba.
Este profeta oyó una voz como le pasó al Apóstol Juan en
Apocalipsis 1 y sabemos que esa voz es la voz del Hijo de Dios.
La gloria del Señor es la manifestación visible de la
presencia divina y nosotros sabemos que esa manifestación visible se llama
Jesucristo:
(BTA) 2Co 4:6 Porque Dios, que
dijo que la luz saliese o brillase de en medio de las tinieblas, él mismo ha
hecho brillar su claridad en nuestros corazones, a fin de que nosotros podamos
iluminar a los demás por medio del conocimiento de la gloria de Dios, según que ella resplandece en Jesucristo.
(NTV) 2Co 4:6 Pues Dios, quien
dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en nuestro
corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de
Jesucristo.
Jesucristo es la manifestación visible de la gloria de
Dios, y por eso nosotros necesitamos parecernos a Él, para que los demás crean
en El y a más de esto para que podamos ser participes del arrebatamiento de la
iglesia.
Según el libro de Ezequiel para ser semejantes a Él,
necesitamos tener una gloria que es como un arco iris.
La palabra arco iris se traduce del hebreo quéshet que
también se interpreta como doblar, fuerza.
El que llegue a ser semejante a Él, es porque habrá
aprendido a prevalecer en medio de la tormenta, como el arco iris que aparece
en las nubes el día que llueve pero sin altanería, sino que tiene su fuerza en
la humildad. En la humildad hay una fuerza sobrenatural para vencer en medio de
la prueba, por eso el Señor dijo:
Mat 11:29 Tomad mi yugo
sobre vosotros y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS.
Claramente nos dice que para parecernos a El necesitamos
pasar por la escuela de la mansedumbre y la humildad. Recuerde, en la humildad
hay un poder oculto. Veamos algunas consecuencias del poder de la humildad.
Pro 22:4 Riquezas, honor y
vida son el premio de la humildad y del temor de Jehová.
Kadosh Pro 18:12 La arrogancia del hombre viene
antes que su ruina, la humildad precede a la gloria.
Pro 18:12 Antes de que el corazón del hombre sea exaltado, antes
de ser honrado, una persona tiene que ser humilde.
Volvamos a ver lo que nos revela el arco iris para
aprender a ser semejantes al Hijo de Dios:
Apo 4:2 Al instante
estaba yo en el Espíritu, y vi un trono colocado en el cielo, y a uno sentado
en el trono.
Apo 4:3 Y el que estaba
sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y sardio, y alrededor del trono había un arco
iris, de aspecto semejante a la esmeralda.
El que está en el Espíritu, logra ver que en el cielo hay
trono, es decir logra comprender que hay un reino, que hay gobierno y por eso
para ser semejante al que está sentado hay que estar alrededor de Él (como el
arco iris), en otras palabras hay que reconocer el gobierno del reino de Dios.
El color del gobierno del reino es ESMERALDA. Esta piedra
aparece a lo largo de la Biblia y nos revela enseñanzas de parte de Dios:
Éxo 28:15 »Harás asimismo
el pectoral del juicio de obra primorosa, lo harás conforme a la obra del efod,
de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido.
Éxo 28:17 Y montarás en él
cuatro hileras de piedras. La primera hilera será una hilera de un rubí, un
topacio y una esmeralda;
Éxo 28:18 la segunda
hilera, una turquesa, un zafiro y un diamante;
Éxo 28:21 Las piedras
serán doce, como los nombres de los hijos de Israel; grabadas como los
sellos, cada una con su nombre, conforme a las doce tribus.
Éxo 28:29 Así llevará Aarón
los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón,
cuando entre en el santuario, como memorial perpetuo delante de Jehová.
El color esmeralda representa intercesión:
Apo 5:8 Cuando tomó el
libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron
delante del Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso,
que son las oraciones de los santos.
Cuando hay semejanza al Hijo de Dios hay una accionar en
la intercesión pidiendo porque los demás también comprendan lo importante y
elemental que es recibir verdaderamente el trono de Dios en el corazón, por eso
cuando al Señor le dijeron que les enseñara a ORAR, el dijo:
Mat 6:9 Vosotros, pues,
orad de esta manera: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado
sea tu nombre.
Mat 6:10 "Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
La esmeralda es una piedra preciosa que sirve como adorno
pero donde no muchos lo ven:
Apo 21:9 Y vino uno de los
siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y
habló conmigo, diciendo: Ven, te mostraré la novia, la esposa del Cordero.
Apo 21:10 Y me llevó en el
Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que
descendía del cielo, de Dios,
Apo 21:11 y tenía la gloria de Dios. Su
fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe
cristalino.
Apo 21:19 Los cimientos del
muro de la ciudad estaban adornados con toda clase de piedras preciosas: el
primer cimiento, jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda;
Las piedras preciosas representan varias cosas pero una
especialmente:
1Ti 2:9 Asimismo, que las
mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado
ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos;
1Ti 2:10 sino con buenas obras, como
corresponde a las mujeres que profesan la piedad.
1Ti 5:10 que tenga
testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a
extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y
si se ha consagrado a toda buena obra.
La mujer iglesia que se ve como un arco iris de aspecto
semejante a la esmeralda, es aquella iglesia que siempre está haciendo buenas
obras: ayudando en el crecimiento de otros recién convertidos, siendo amable y
buena anfitriona con los extraños, siendo diligente para ministrar no para
murmurar, ayuda al necesitado y se consagra haciendo todo esto.
Si así obramos entonces podremos decir como lo aseveró el
apóstol Pablo:
2Ti 4:8 Sólo me queda
recibir la corona de toda vida santa con la que me premiará aquel día el Señor,
juez justo; y conmigo la recibirán todos los que anhelaron su venida gloriosa.
El arco iris representa algo más:
Gén 9:12 Y dijo Dios: Esta
es la señal del pacto que hago entre yo y vosotros y todo ser viviente que está
con vosotros, por todas las generaciones:
Gén 9:13 Yo pongo mi
arco iris en las nubes, y él será la señal de la alianza entre mí y la tierra.
Gén 9:15 me acordaré de
mi alianza con vosotros y con todos los vivientes de la tierra, y las aguas no volverán a ser un diluvio que arrase la tierra.
Gén 9:16 El arco iris aparecerá en las nubes, y yo, al verlo, me acordaré de mi pacto perpetuo entre Dios y todos los seres vivientes de la tierra".
Cuando nos vemos como el arco iris, como el resplandor de
su gloria, es cuando por lo que Dios mira en nosotros que es a Cristo en
nosotros, Dios se recuerda que tiene un pacto con nosotros, que aunque venga
destrucción sobre la tierra, para nosotros habrá una esperanza y una nueva
misericordia.
Pastor Luis
del Cid
Chimaltenango
5 de febrero 2,012 año de la libertad